Nací en Italia, más específicamente en esa extensión de tierra del noroeste que los venecianos colonizaron allá por el siglo XIII. (...)
Más tarde fui criada en metrópolis policulturales de Australia, en las postrimerías de la organización política de la "Australia Blanca", justo antes de que se pusiera de moda la tendencia del "multiculturalismo". Por entonces no se alentaban los contactos entre los migrantes y los aborígenes; en realidad el contacto con la cultura aborigen era inexistente hasta en los guetos urbanos. Sin embargo, la presencia aborigen encubierta y el silencio de la cultura dominante australiana sobre el racismo, la estratificación de clases, la nostalgia colonial y la situación difícil de los aborígenes sonaba en mis oídos como un signo constante, tácito, de un trastorno interno dentro de la psique y el estilo de vida australiano. Todo eso me hacía sentir desgarrada.
Siendo la identidad cultural externa y retrospectiva, el efecto más inmediato de mi experiencia australiana fué hacerme descubrir la profundidad de mi condición de europea, que estaba lejos de ser una simple noción o una experiencia aislada. Yo no sólo era una inmigrante blanca si se me comparaba con los aborígenes, tambien era una seudoblanca (una wog o dago) si se me comparaba con la minoría angloaustraliana que regía el país. Entonces, ¿como hacer lo correcto? Fué por oposición a la psique y la identidad cultural antípoda como descubrí, a menudo a mis expensas, que soy en verdad europea. Con frecuencia me pregunto si esta conciencia habría sido tan aguda si yo no hubiese experimentado la pérdida de mis raíces europeas como consecuencia de la migración. La identidad cultural, ¿puede surgir de una dinámica interna? ¿o es siempre externa, es decir, surgida por oposición? Lo que hoy sé con seguridad es que el término europeo me impresiona como una noción cargada de contradicciones que nunca deja de seducirme ni de sacarme de quicio. La palabra europeo está para mi intimamente vinculada con cuestiones tales como la confusión cultural y los conflictos interculturales; representa la mobilidad física a través de ondas interminables de migración y una marca especial de memoria histórica que, por consciente que esté del colonialismo, no puede compartir fácilmente los reclamos de la condición poscolonial.
Braidotti, Rosi, (2000[1994]), Sujetos nómades, Buenos Aires, Ed. Paidós.
3 comentários:
Ainda aquí, ser de Corme, é diferente de ser de Laxe, incluso no idioma, e estamos a tres millas de distancia...
para canto máis Rosi Braidotti dos aborixes...
que sorte que o que somos teña mais de vontade que de determinismos. Apertas SurOeste!
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