En ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos Pierre Bourdieu analiza o papel da lingua como instrumento de dominación, en primeiro lugar en canto medio privilexiado para representar e interpretar a realidade, sempre de acordo coa interacción entre emisor e receptor e o mercado de valores simbólicos dominante:
Una parte de las determinaciones que constituyen la definición práctica del sentido, y no la menor, se produce en el discurso automáticamente y desde fuera. El origen del sentido objetivo que se engendra en la circulación lingüística hay que buscarlo en primer lugar en el valor distintivo resultante de la relación actuada por los locutores, consciente o inconscientemente, entre el producto lingüístico ofrecido por un locutor social caracterizado y los productos simultáneamente propuestos en un determinado espacio social. Sucede tambien que el producto lingúístico sólo se realiza completamente como mensaje cuando es tratado como tal, es decir cuando es descifrado. Asimismo, los esquemas de interpretación que los receptores ponen en práctica en su apropiación creadora del producto propuesto pueden estar más o menos alejados de los que han orientado la producción. A través de esos efectos, inevitables, el mercado contribuye a crear no sólo el valor simbólico sinó también el sentido del discurso. (Bourdieu, 1985:12)
En segundo lugar, en canto representación simbólica-identitaria das comunidades que as falan, a lingua pódese converter no expoñente máximo de dominación dun grupo humano sobre outro. Impoñendo a súa lingua (ou variedade lingüística) o grupo dominante estará lexitimando a dominación e con ela reservándose non só o dereito a representar, senón tamén a controlar o mercado de valores simbólicos.
Para que una forma de expresión entre otras (en el caso de bilingïísmo una lengua, un uso de la lengua en el caso de la sociedad dividida en clases) se imponga como la única legítima, es preciso que el mercado lingüístico se unifique y que los diferentes dialectos de clase (de clase, de religión o etnia) se midan en la práctica por el rasero de la lengua o según uso legítimo. La integración en la misma “comunidad lingüística”, que es un producto de la dominación política constantemente reproducida por instituciones capaces de imponer el reconocimiento universal de la lengua dominante, constituye la condición de la instauración de relaciones de dominación lingüística. (Bourdieu, 1985:12)
Una parte de las determinaciones que constituyen la definición práctica del sentido, y no la menor, se produce en el discurso automáticamente y desde fuera. El origen del sentido objetivo que se engendra en la circulación lingüística hay que buscarlo en primer lugar en el valor distintivo resultante de la relación actuada por los locutores, consciente o inconscientemente, entre el producto lingüístico ofrecido por un locutor social caracterizado y los productos simultáneamente propuestos en un determinado espacio social. Sucede tambien que el producto lingúístico sólo se realiza completamente como mensaje cuando es tratado como tal, es decir cuando es descifrado. Asimismo, los esquemas de interpretación que los receptores ponen en práctica en su apropiación creadora del producto propuesto pueden estar más o menos alejados de los que han orientado la producción. A través de esos efectos, inevitables, el mercado contribuye a crear no sólo el valor simbólico sinó también el sentido del discurso. (Bourdieu, 1985:12)
En segundo lugar, en canto representación simbólica-identitaria das comunidades que as falan, a lingua pódese converter no expoñente máximo de dominación dun grupo humano sobre outro. Impoñendo a súa lingua (ou variedade lingüística) o grupo dominante estará lexitimando a dominación e con ela reservándose non só o dereito a representar, senón tamén a controlar o mercado de valores simbólicos.
Para que una forma de expresión entre otras (en el caso de bilingïísmo una lengua, un uso de la lengua en el caso de la sociedad dividida en clases) se imponga como la única legítima, es preciso que el mercado lingüístico se unifique y que los diferentes dialectos de clase (de clase, de religión o etnia) se midan en la práctica por el rasero de la lengua o según uso legítimo. La integración en la misma “comunidad lingüística”, que es un producto de la dominación política constantemente reproducida por instituciones capaces de imponer el reconocimiento universal de la lengua dominante, constituye la condición de la instauración de relaciones de dominación lingüística. (Bourdieu, 1985:12)